FMUC 104,5 – Universidad de Carabobo

El último adiós a Paquita la del Barrio: La voz que transformó el dolor en canciones y el desamor en himnos

Con el corazón en un puño y la voz entrecortada, México despidió este lunes a su Reina del Pueblo, a la mujer que con su voz desgarradora y sus letras llenas de despecho y verdades crudas, se convirtió en la voz de miles de mujeres que encontraron en sus canciones un refugio y un desahogo.

Francisca Viveros Barradas, conocida por todos como Paquita la del Barrio, partió de este mundo a los 77 años en su hogar en Veracruz, dejando un legado musical imborrable y un vacío en el corazón de todos los que la conocieron y disfrutaron de su música, así lo confirmó el equipo de la interpréte en sus redes sociales. 

Desde niña, Paquita supo que la música era su destino. Sus profesores, al ver su talento, la invitaban a cantar en los festivales escolares, donde su voz resonaba con fuerza y sentimiento. A los 32 años, ya radicada en la Ciudad de México, formó el dueto «Las Golondrinas» junto a su hermana Viola, marcando el inicio de una carrera que la llevaría a convertirse en un ícono de la música regional mexicana.

Paquita, con su estilo único y letras directas, se ganó el título de la «Reina del Pueblo» o la «Guerrillera del Bolero». Sus canciones, llenas de dolor, despecho y verdades sobre la cultura patriarcal mexicana, resonaron con fuerza en el público, especialmente en las mujeres, que encontraron en ella una voz que las representaba y las entendía.

Canciones como «Rata de dos patas», «Azul celeste» y «Tres veces te engañé» se convirtieron en himnos para miles de mujeres que cantaban a todo pulmón sus letras llenas de sentimiento y desahogo.

La partida de Paquita deja un vacío en el mundo de la música, pero su legado perdurará por siempre en el corazón de todos los que la conocieron y disfrutaron de su música. Su voz, su fuerza y sus letras seguirán resonando en el tiempo, recordándonos que el amor, el desamor y la vida misma pueden ser expresados con pasión, sentimiento y una buena dosis de verdad.

«Que el azul celeste te cueste», cantaba Paquita en una de sus canciones, una frase que hoy, tras su partida, resuena con más fuerza que nunca, recordándonos que la vida, como el amor, puede ser dulce y amarga, pero siempre vale la pena vivirla con pasión y entrega.

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